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Santiago Villanueva

Fabulaciones técnicas sobre lo que ya no puede decaer



1- Es extraño ver el archivo sin melancolía, o sin el mínimo asomo de lo extraño, pero también puede ser esa es una escuela, volver escenas demasiado próximas una frivolidad corrida. Frivolidad, no es liviano como se pudo entender en otra década, sino algo más vinculado a lo tonal. Un alivio para nuestra relación con las imágenes que guardamos. ¿Para qué debería servir una exposición? Una posibilidad sería para pensar las propias imágenes, ganar distancia, o repensar las ganas, moderar el deseo, controlar la mano.

2- Hay una palabra que no debería mencionarse mucho, porque mencionarla puede tener efectos sobre lo que vemos, o mejor dicho, puede activar una serie de prejuicios y repeticiones cargadas. Si hay algo que se puede decir es que algunas cosas nacieron divididas, y que ni siquiera se puede pensar en un momento de separación posible. ¿qué puede haber después de eso? solo una mediación. Entonces, el arte argentino, o de acá, sería un arte de mediación. Encontrar puntos de encuentro en lo que ya está lejos. El problema ya no sería el enojo o la bronca, que siempre es mejor para vincularse, sino encontrar la diferencia en lo que es diferente, encontrar los vicios, en lo que es vicioso, encontrar los lugares comunes, cuando aún pensamos lo común como lo contrario a la amistad. Capaz la mayoría de los problemas tienen más que ver con la enunciación, más que con las imágenes en sí. Primero el desacuerdo, después la imagen: un mal común. El problema es el pensar el algo como “de”, como si luego del “de” viene un mundo y no antes, el mundo debería estar antes. La proximidad y el parecido es un deseo todavía un poco lejos para quienes están cerca de las obras, cuando debería ser un ánimo.


3- Hay otra categoría que veo más divertida para pensar: y tiene que ver con algo de la costura en los colores. Si la primera es nicho (que también puede ser protección) la segunda es una ruta en forma de círculo. Que pena para la categoría “arte textil”, porque sostiene todo lo que puede negar una ciudad como Buenos Aires: la conexión con otros medios, con otros lugares, con cosas viejas ajenas. Pero si algo del imaginario de lo doméstico puede pensarse por estos días, lo textil aún se sostiene. Diana decía que en su época de estudiante, y trabajando como modelo vivo, usaba la vista para coser situaciones entre las personas, y que desde ahí entendió mejor la pintura.

4- Tratar la vida con imágenes, someterlas a más luz de la esperable, borrar o mover. Difuminar a lápiz y difuminar con la cámara: lo contrario al periodismo.


5- Cuando era chiquito, los locales del pueblo acostumbraban a poner sobre la mesa-mostrador una serie de fotografías entre familiares y laborales, entre diplomas y boletas de la AFIP, aplastadas por un vidrio. Las recuerdo como los primeros muros de fantasía: había ahí algo de ganas de mezclar y confundir lo que había pasado, una felicidad tan burocrática como apasionada: telenovela. Lo ortogonal, la decisión de qué poner entre tanto tiempo, de mezclar nombres, la imagen se define de atrás hacia adelante. Alguien está faltando.


6- Lo que van a ver o ya vieron, tiene que ver con las ganas. Fernanda me dijo una vez que el máximo esfuerzo tiene que estar en las cosas que menos esfuerzo nos dan. Así es la única manera de encarar una obra. El sufrimiento va a estar igual, por eso la única manera es sostener el desbalance hasta el final.



texto para Proteja usted su cámara "los 150 colores", de Juan Bermejo, Bob Honores, Agustina de Minicucci, Emmanuel Mannini con curaduría de Marco Pimentel en Laba


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